Acelerado.

Como si estuvieras desnuda en mi cama y yo dignandome a escribir.
Y tú ni si quiera sabes que va sobre ti.

Modo humo.
Y dejas tu olor en mi habitación. Como si lo hubieras hecho sin querer.

Sin que nadie lo entienda.

Como si a la noche le sobrase el día.
Como si Sino Casal resucitase gritando embrujada.
Como si no tuviera tiempo de hacer siempre lo correcto.

Y yo con miedo a no saber si estoy acertando.
Como si todo fuera sentirse cómodo.

Estar donde quiero estar.

Estoy hasta los cojones de ver películas indecentes.
Estoy harto de tener que ver series mientras te quedas dormida.
De llegar a casa a las 03:26.

Yo lo que quiero es aprender a qué sabes a oscuras.
Que nos den las cinco de la mañana porque ni si quiera empezamos la película.
Confundir el insomnio con el hambre por tu carne cruda.
Hacerlo todo lo más guarro.
Abandonar tu cama por exceso de temperatura.

Quiero que acabes conmigo como yo acabo odiándote en cada polvo.
Y que me eches de tu piso porque viene tu compañera.
Dejar de hacer siempre lo correcto.

Y si me muero por eso por lo menos le habremos echado kilómetros y una sola cerveza.

Vamos a comernos.

Me enseñaste a comerme el mundo
y te quité el tanga.
No dejando atrás la elegancia,
ni el permiso,
ni el hambre.

Y es ahí donde quiero estar y volar.

Que le jodan al mundo.
Voy a dejarte parar a fumar otro cigarro.

Así no quemas tanto.

Y voy a buscarte cada vez que no tenga hambre.

Y me harás humo.
Como si pudiéramos compartir colchón cada vez que respiras.

Vamos a comernos el mundo.

Uno de septiembre.

Solo quería abandonar la ciudad.

No fumo por miedo a que seas nicotina.

No me echaste de tu cama, ni me diste la espalda.
Me intentaste matar ofreciéndome que nos sobrasen los lados de la cama.

Tenía miedo a mi ansiedad.

Muero si te encuentro por la noche.
Y tú con esos ojitos rojos.
Sin vino de por medio seguimos siendo los mismos de siempre.

No fumo solo por no hacerte humo otra vez.

No quería escuchar cómo respiras mientras dormías, ni dejarte todo el espacio posible.
Intentaba matarme ofreciéndote seguir sin forzar.

Tan sólo no podía dormir.

Parecía buen plan morir la primera noche en tu piso a estrenar.

Tenía miedo a no dejarte dormir.

Solo quería abandonar la ciudad una vez más.

Menudo terremoto

Volaron hasta los miedos
mientras vivíamos en tu sofá.

Haciéndolo guarro
dejamos el cielo a ras del suelo.

Mientras te hablaba del amor que no me tengo
tú le declarabas la guerra al calor.

Tus cigarros siempre sabían a poco,
puto sofoco.

Encendiste la estufa,
sabiendo que iba a perderla si te ponías ese tanga.

Y desde entonces sé que el mejor superhéroe
no tiene superpoderes.